Miami Vice, Crecí en Los 80

Ahora vamos a pegar un pequeño salto en el tiempo y, con vuestro permiso, vamos a aterrizar (otra vez) a mediados de los ’80.  Cuando los walkman eran artículos de lujo. Cuando VHS y Beta eran el no va más de la tecnología. Cuando los músicos empezaban a darle importancia a los videoclips. Dando así de comer a toda una generación de directores que hoy se ganan la vida en la gran pantalla.


Cuando Jerry Bruckheimer con su Superdetective en Hollywood descubría la pócima mágica de las comedias con acción a toda pastilla a ritmo de bandas sonoras pegadizas. Cuando la MTV se hacía mayor, ganándose una generación de amigos y… varias generaciones de enemigos. Cuando los Dire Straits ponían a caldo la dichosa cadena en su «Money for Nothing» pero, por si acaso, lo hacían encargándole al mago  Steve Barron uno de los clips más innovadores de todos los tiempos… ¡Ganador de los MTV Video Music Awards de 1986!

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Cuenta la leyenda que un día de 1983 un tal Brandon Tartikoff, ejecutivo de la división de entretenimiento de la cadena americana NBC presentó a su equipo una carpeta con una idea para su desarrollo. Como título en la portada, un escueto MTV Cops. El encargado de dar vida al proyecto era Anthony Yerkovich. El cual, en colaboración con  Michael Mann y Joel Surnow, entre otros, acabó por cumplir el capricho del jefe. Capricho que no era otro que crear una serie. No necesariamente la mejor serie del mundo. Pero sí la más molona. Que mole. Que mole infinitamente.

¿Y qué es lo que más molaba en los ’80? Pues además de la MTV, molaban los coches caros, las hombreras, los cardados, los ritmos electrónicos, el rock (bueno, eso siempre mola), la lujuria playera (esto tampoco ha cambiado) y… lo demás, El Reno Renardo lo tiene resumido impecablemente. La solución era fácil. Meter todo eso en una serie de policías.

Según cuenta Yerkovich en una entrevista (en la cual, de paso, desmiente la leyenda de MTV Cops), la inspiración de la serie le vino, al ver un artículo de prensa en el cual se hablaba de las enormes sumas de dinero negro que se movían en Florida en aquella época. El razonamiento era:

«En toda película de policías, la acción está donde está el dinero.»

Y una de las ciudades que en esa época reunían de forma más fotogénica lujo, sordidez (¡Mierda!, al final se me ha pegado a mí también el palabro), drogas, playa, mestizaje,  naturaleza salvaje, urbanismo salvaje, ritmo de vida salvaje y otras salvajadas varias, pues era… Miami.

Al ayuntamiento de dicha ciudad, interesadísimo en promocionarla pero no precisamente por los trapicheos que  la misma escondía en una de sus épocas más turbias, el título de Corrupción en Miami no le hizo ni puñetera gracia. Pero era eso o que la serie se llamase Corrupción en Otra Ciudad, con todo lo que aquello implicaba, así que tuvo que pasar por el aro. El tiempo acabaría por dar y quitar razones.

Sobre el papel era una serie de lo más convencional: Una brigada especial de la policía de Miami cuya misión es  luchar contra la delincuencia infiltrándose donde fuera necesario para pillar a los malos con las manos en la masa. Con sus héroes, con sus colaboradores más o menos torpes pero leales y con sus villanos, uno más malo que el otro. Las historias, a razón de una por capítulo,  como mucho dos capítulos, podían ser intercambiables (de hecho más de una vez cambiaron la secuencia de capítulos en su emisión original). Las tramas personales, llevadas a su mínima expresión.

Pero aquí es donde se acaban los convencionalismos. Porque lo que propició su enorme éxito no fue eso, sino la cuidadísima estética de cada una de sus secuencias. Y es que a los que nos pilló esa serie con dieciunoscuantos años  nos costó mucho menos dejar de creer en Santas, Olentzeros, Ratoncitos Pérez y otros supermans que darnos cuenta de que:

  • No todo  policía, por muy de incógnito que fuera, tiene un Ferrari, ni tiene por residencia un peacho barco de recreo
  • No puedes ir de incógnito durante 5 años usando el mismo alias y solo dos coches, uno más llamativo que el otro.
  • Una sala de interrogatorios… no es como un museo postmoderno.
  • El ser camello no necesariamente te convierte en dueño de la mejor mansión de la ciudad -merece matices esta afirmación, pero… otro día-.
  • Los confidentes no llevan aura sagrada encima, ni sus sagrados trapicheos son tan inofensivos ni tan graciosos -Noogman & Izzy for presidents!-.
  • No la puedes cagar durante 5 años semana tras semana con los peores traficantes del mundo rodeandote y seguir vivo -again, Noogman & Izzy for presidents!-.
  • El caimán ¡NO ES UN MALDITO ANIMAL DOMÉSTICO!

La lista podría seguir y seguir, pero… aquí no se trata de destrozar el mito, sino de recordarlo con cariño. Y aquí van unos cuantos puntos clave de su «making of»:

ESTÉTICA

Es donde se les fue la mayor parte de la fortuna que costó la serie (imdb deja caer en la sección «frikeces y curiosidades varias» que el presupuesto de un solo capítulo era mayor que el de la división real Antivicio de Miami para un año entero), ya que las ideas de Michael Mann (productor y director en la sombra de toda la serie) en este aspecto fueron revolucionarias. Básicamente, para hacer la serie distinta a cualquiera de las mil y un series de policías habidas y por haber, lo que intentó hacer fue  adaptar las historias a la estética en vez de la estética a las historias. La ciudad en sí era un personaje más; y de los principales, además:

Es Miami. Miami es agua, blancos y colores pastel. (…) Había que adoptar estos colores y hacerles parte del paisaje.

Jodie Tillen

Ni corto ni perezoso, Mann adoptó esta filosofía, eliminando de los decorados y vestuarios todo color que fuera remotamente más chillón. Al mismo tiempo, la integración entre personajes y entorno se cuidó hasta el más mínimo detalle:

No había coincidencias; No se daba el caso que un actor pasara por delante de una pared y que la combinación entre el color del vestuario y el color de la pared no fuera evaluada.

Jodie Tillen

Para poder justificar todo este despliegue estético alrededor de una triste comisaría, la historia tenía que «adaptarse» un poco. Contando con la complicidad de un público ávido de ver coches caros, barcos, mansiones y vestidos que el común de los mortales no se iba a poder permitir jamás, el pretexto ha sido crear una división de la policía de Miami que se tenía que infiltrar en el mundo de millonarios de la droga. Dicha división conseguía todo el material necesario para operaciones encubiertas de lo que requisaba a traficantes que habían tenido la mala suerte de caer en manos de la justicia. Así, toda pregunta más o menos racional tipo «¿Porqué un policía de sueldo medio-bajo se calza unos zapatos de 400$?» tendría su única respuesta comodín: «Para poder infiltrarse mejor».

Jodie Tillen, la diseñadora de vestuarios de la primera temporada vió su sueño hecho realidad: Mano casi-libre y medios casi-ilimitados para crear una moda que iba a impactar a millones de espectadores (joder, esta parte la tendría que escribir un modista, esto es territorio inexplorado para mí…). Tubbs iba a ir vestido impecablemente en todo momento, mientras que Crockett tenía que «desfilar» con un look muy cuidadosamente desaliñado:

Guardaba sus camisetas en el suelo del guardarropa, a fin de que estuvieran arrugadas y pegajosas; nunca llevaba cinturón y tampoco calcetines (…).

Los actores, algunos reticentes a tanta vanguardia, al final acabaron «cediendo» al lujo y a la moda, hasta el extremo de soltar alguna que otra parida para enmarcar en entrevistas:

«Ya no llevo calcetines… He decidido que si me voy a gastar 400 dólares en unos zapatos, unos calcetines de 12 dólares como que no pegan»

Don Johnson, 1985

En cuanto a decorados, para variar, el límite era la imaginación de los creadores. Junto a unos exteriores tremendamente fotogénicos, se recurrió a la creme de la creme de los decoradores de la época para hacer que cada secuencia de interiores tuviera su toque de distinción. Así, acabamos viendo mansiones que dejaban Falcon Crest a la altura del betún, salas de interrogatorio más molonas que un hotel de 5 estrellas,  juzgados postmodernos, dormitorios total y absolutamente incalificables y un sinfín de detallitos que un profesional de la decoración se podría pasar años examinando. Os dejo aquí unas cuantas muestras para que juzguéis vosotros mismos:

Un dormitorio normal y corriente

Juzgados de Miami

Los testigos protegidos se alojaban en chabolas como esta... Y encima se quejaban.

COCHES

Para una serie que ponía tanto acento en la estética era esencial que cada coche fuera la extensión de la personalidad de su conductor. Si bien para los demás personajes los coches podían ser algo más normalitos, para Crockett tenía que ser algo rápido, deportivo y lo más exclusivo posible. Un Ferrari Daytona Spider. 124 unidades fabricadas en todo el mundo mundial. Más exclusivo dificil.  Los productores contactaron con Ferrari North America y les solicitaron la cesión de algún coche. Los italianos, desconfiando de la serie, declinaron amablemente la participación en un negocio cuyo éxito todavía no era nada claro. Lo que ofrecieron fue… la venta de los coches, como a todo cliente normal. A precio de Ferrari.

Mardikian Engineering era una compañia americana que en los ’70 importaba coches europeos.  Lamborghinis, Porsches y otros «utilitarios» parecidos. Como por aquel entonces en EEUU había una estricta ley que limitaba las emisiones de los vehículos, también se dedicaban a hacer todas las modificaciones y ñapas necesarias para que los mencionados bólidos cumpliesen con las normativas vigentes. Garantía de éxito.  Profundos conocedores de lo que importaban, pronto descubrieron otro negocio tremendamente lucrativo: la fabricación de réplicas, a precios mucho más accesibles, de algunos de estos coches. No es que se parecieran especialmente a los originales, pero… ¡Qué coño! 25 años después todavía nos compramos relojes tRolex y Opega por 15 euros esperando quitar el hipo a los envidiosos. Uno de sus experimentos de mayor éxito fue el Mardikian 350 GTS Turbo. Fabricado en colaboración con el carrocero Tom McBurnie, el coche era un Chevrolet Corvette  modificado para acabar recordando vagamente a un Ferrari 365 GTS/4 Daytona Spider. Inicialmente se fabricaron 6 unidades pero, visto el éxito, al final optaron por vender «kits» para que el cliente mismo adaptase su coche. ¡Con dos cojones y sentando cátedra en la brillante historia de las marcas piratas!. Años después, el negocio se fué a la mierda, su caída inspirando la secuencia inicial de «Rain Man» (Esa en la que Tom Cruise tiene problemas con colar unos Countach por la aduana)

Daytona "bueno". Tuvo sus pocos segundos de gloria antes de ser sustituído por los "Mardikian"

En esa época ni la partida del presupuesto de Miami Vice asignada a los coches era todavía demasiado generosa (es que los malos también necesitaban coches guays), ni la gente conocía demasiado bien un coche tan exclusivo. Así que la solución fue fácil. 2 de los 6 Mardikian fabricados acabaron siendo el Daytona Spider de Sonny Crockett.

El Mardikian. La Economía manda.

Exitazo brutal de la serie, el Daytona de Crockett pasa a ser el coche más molón de la historia, Mardikian y McBurnie se frotan las manos, Ferrari todavía no se imagina como la gente toma esa cutrez por un Daytona auténtico,en 1986 Ferrari demanda a McBurnie por falsificación de marca, acuerdo entre Universal Studios y Ferrari, resultado final: Ferrari cede gratuitamente dos de sus coches último modelo (Ferrari Testarossa) auténticos a la serie Corrupción en Miami. La única condición que imponen es que el Daytona se destruyera. Dicho y hecho:

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Problema resuelto; para los próximos tres años, el Testarossa será el coche de Sonny Crockett. Y, si bien el Daytona de vez en cuando tenía que pasar por el taller, el nuevo coche hasta «repelía» las balas en tiroteos masivos. La consigna era: pueden resultar heridos los personajes, pero nunca, nunca, NUNCA el Testarossa.

Problema nº1: Los coches eran negros y Michael Mann los quería blancos, para que en las imágenes nocturnas se apreciaran mejor. Solución: Spray, pintura blanca y… otro modding a los bólidos.

Problema nº 2: Poco antes de la demanda, el equipo de Miami Vice se había puesto en contacto con otro carrocero,  Carl Roberts, para la fabricación de otras dos réplicas de Daytonas, ya que las primeras se habían quedado bastante destrozadas después de dos años de rodajes de persecuciones, derrapajes y acrobacias. Mientras Carl Roberts fabricaba los coches se encontró con el marrón de que igual se quedaba sin clientes. Y entonces propuso a los productores fabricar una replica de Testarrossa que fuera utilizada en las secuencias demasiado agresivas con los coches. Fabricó las piezas de carrocería, las montó sobre un De Tomaso Pantera y… ¡otro Ferrari listo para rodaje!. Esta vez en la pantalla se fueron alternando las secuencias con el coche original y con la réplica, para que no hubiera más líos con los italianos.

MONTAJE Y MÚSICA

Para hacernos una idea del peso que la música tuvo en el «diseño» de la serie, un par de datos:

  • Se emitió en estereo cuando la inmensa mayoría de los mortales teníamos teles con un solo altavoz roñoso.
  • Los temas que formarían la banda sonora del siguiente capítulo a emitir se anunciaban en las guías de televisión. Y hoy, si echamos un vistazo a las listas de éxitos de los ’80, veríamos que un porcentaje demoledor de los mismos tuvo sus «minutos de gloria» en la serie. Si bien en las primeras temporadas los productores se gastaban verdaderas fortunas en derechos de emisión de dichos temas, vista la repercusión de la serie, acabaron por ser las discográficas las que pagaban por colocar sus canciones en momentos cumbre de cada capítulo.

Entre los responsables del éxito de esta estética videoclipera, destacan varios nombres:

Michael Mann (para variar), que se encargó de dotar de ritmo y personalidad a toda la serie, hasta el límite de ser considerado el director de la misma, a pesar de no haber dirigido ni un solo capítulo.

Jan Hammer, un músico de origen checo de extenso currículum tanto en solitario como en grupos musicales de muy diversos géneros, inventor del mega-símbolo de la música ochentera, el teclado-portátil. Bueno, además de inventar dicha soberana pijadita, pasará a la historia de la televisión como el autor de una de las bandas sonoras más reconocibles de la televisión. Rock, jazz, influencias clásicas, música electrónica, todo hecho desde su estudio con unos cuantos teclados…

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Y al que se le hayan quedado los ojos como platos al ver al otro teclista, solo confirmar que, efectivamente, es él.

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Synthtopia: ¿Como llegaste a trabajar en Miami Vice? Entiendo que le presentaste parte de tu trabajo a Michael Mann y él se quedó impresionado.

Jan Hammer: Lo que le enseñé a Michael Mann fue el tema principal, el Miami Vice Theme. (…) Estaba experimentando con el secuenciador, buscando algo muy rítmico e inspirador. Estaba ya escrito antes de conocerle.

S: ¿Cómo es poner la banda sonora de un capítulo en cuatro días?

JH: Ha sido muy intenso. Lo que lo hizo posible fue que tuve plena libertad artística. No estuve limitado a una línea de sonido típica de Miami Vice.

Había semanas en las cuales la música era afro-cubana, jazz, experimentación electrónica, incluso simple rock. No tenía que preocuparme por la consistencia. Cada semana era diferente. Yo daba una respuesta a las canciones que se colocaban en la serie. Cuando la banda sonora partía de las canciones, había momentos en los cuales casi se fundían en un conjunto.

Entrevista a Jan Hammer en Synthopia

Tim Truman, el autor de la música ambiental durante la última temporada de la serie. Una vez que Jan Hammer dijo «ha sido bonito, ha sido bueno…ha sido suficiente«, Michael Mann se vió en la encrucijada de elegir un compositor que mantuviera el altísimo nivel de la banda sonora. Y Truman, aún sin distanciarse demasiado de su predecesor, aportó un toque brutal de guitarras rasgadas y sonidos más cañeros. En su momento rompió moldes y le restó espectadores a una serie que ya estaba en horas bajas, pero… para gustos los colores, su música también ha perdurado y sigue sonando acojonantemente bien.

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Y a su lado, varios asistentes que se ocuparon de seleccionar y montar un montón de cancioncitas, a cada cual más representativa de esa época, convirtiéndose la mayoría de ellas en grandes éxitos. ¡Pero es que hasta los temas que no pasaron a la historia pegaban con la acción!. Me voy a saltar lo de nombres, biografías y otras historias,  porque  la lista es larga y si no quiero que el día del juicio final me pille escribiendo esto tengo que cortar por algún lado. Solamente voy a dejar unas cuantas muestras de lo bien que quedaban esos montajes o, en el peor de los casos, de como de distinto era «lo guay» en aquellos tiempos:

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Lista completa (www.miami-vice.org)

TRAMAS/PERSONAJES

No, si al final voy a acabar este artículo sin detallar en absoluto… de qué iba la serie.

Resumen resumido: Vida y milagros de los integrantes de la división «Operaciones encubiertas» de la policía de Miami.

Protagonistas:

James «Sonny» Crockett: Héroe absoluto, detective estrella del departamento antivicio de la policía de Miami. Veterano de Vietnam, de azarosa vida privada, el caso es que ha acabado durmiendo en un pequeño yate anclado en el puerto, teniéndo como compañero de barquito un lindo caimán que solo ataca a los malos. El departamento antivicio le pone a su disposición cuantos medios solicita (cochazos incluídos) para que pueda infiltrarse donde le de la real gana bajo el alias de Sonny Burnett.

Ricardo «Rico» Tubbs: Fiel compañero de fatigas de Crockett, este detective de color (negro) llega a Miami después de salir por patas de su ciudad de origen, Nueva York. Pronto las diferencias de caracter y de manera de trabajar se verán limadas, para formar un temible equipo.

Gina Calabrese / Trudy «Big Booty Trudy» Joplin. Son el toque femenino de la brigada. Además de infiltrarse en el mundo de la prostitución de Miami, su misión es apoyar en casi todo a los dos protas. Las preguntas clave a lo largo de la serie son: ¿Acabarán juntos Gina y Crockett?; ¿Donde esconderá Trudy las armas?

“La historia de «Big Booty Trudy» es más bien embarazosa. Todavía cuando salgo con mis amigas la gente me lo grita por la calle. Todo había comenzado como una broma. Don Johnson y Phillip Michael Thomas pusieron el letrero encima de mi mesa como una coña. Pensaban que me iba a molestar, pero lo dejé allí durante los cinco años de la serie. Y así hasta hoy.»

Entrevista a Olivia Brown en www.blackwebportal.com

Stan Swytek / Larry Zito: Son el equipo encargado de la radio-vigilancia. En una furgoneta destartalada esconden todo un arsenal de cacharrería electrónica destinada a toda clase de labores de vigilancia audiovisual. Aunque la cagan tan a menudo que a veces piensas que trabajan directamente para los malos, al final invariablemente consiguen redimirse y su lealtad infinita hace que estos «pequeños» fallos les sean perdonados.

Neville «Noogie The Noogman» Lamont / Izzy Moreno: «Mamá, quiero ser malo pero no puedo». Los confidentes «oficiales» y casi únicos de la brigada. Uno es el ladrón más torpe que ha parido la humanidad y el otro es un trapichero profesional, aspirante a Lee Iacocca (según propias palabras), sin el más remoto sentido del ridículo. Normalmente de forma involuntaria se encuentran con malos malísimos que los toman por idiotas (aquí aciertan) y acaban confiando en ellos (aquí se equivocan). A pesar de estar permanentemente amenazados con la revocación de su condicional (o precisamente por eso), ayudan generosa y fielmente a los de antivicio.

Martin Castillo: El jefe de la Brigada. Quizás lo del jefe tendría que ir con mayúsculas. EL JEFE. 4 palabras por capítulo, eso sí, muy medidas y muy acertadas. Lo poco que se sabe de el es que es veterano de la guerra de Laos, que su vida personal es tirando a putamiérdica y que vive por y para el trabajo. Como mínimo igual de duro que Chuck Norris. Y ya se sabe que eso es harto dificil.

LÍNEA ARGUMENTAL:

Como norma general, las historias eran de principio e final en un mismo capítulo, como mucho dos, sin una línea maestra, haciéndo de esta manera los capítulos muy independientes (vamos, que si te perdías alguno tampoco pasaba nada). Las temáticas en las primeras temporadas se centraban en pequeños, medianos y grandes capos del infinito trapicheo de drogas, armas, personas y otros variados artículos traficables que debía haber por aquel entonces en Miami.

Asuntos de actualidad eran tema semi-tabú y el mensaje era reducido a la mínima expresión. Los inmigrantes cubanos estaban allí,  nadie se preguntaba ¿porqué?. Si aparecían espías de países comunistas, eran buenas personas que como mucho volvían loco a algún departamento oscuro de la CIA, el 90% de los malos eran colombianos / bolivianos si el tráfico era de poca monta, o de ficticias repúblicas bananeras si la «corruptela» descrita implicaba línea política algo más… ejem… polémica. CIA, FBI y otras agencias nacionales, invariablemente eran fuente de problemas. O  daban la murga porque el departamento había arruinado alguna importantísima operación encubierta, o habían pactado algo con el malo (y eso iba en contra de la ética de Crockett & Co), el caso es que si aparecía alguien «de arriba», era para liar aún más la situación, en ningún caso para ayudar.

Hablando de malos, los había más malos que Satán, mafiosos entrañables (Albert Lombard) y malos obligados por las circunstancias, que hasta daban penita. Historias «a lo grande» e historias casi intimistas.

Después de tres años, a los guionistas les pareció que la mafia normal y corriente ya no tenía gracia e, ignorando el viejo principio de «si funciona, no lo toques», se empezaron a acercar a la actualidad del día a día, a temas que salían en  páginas de sucesos de la prensa (en cristiano: a desvariar muy, pero que muy malamente), eso sí, manteniéndo una distancia prudencial respecto a todo juicio crítico.  Así fueron apareciéndo ONGs montadas inocentemente por hijos de mafiosos, friki-negocios de congelación «a lo Walt Disney»,  OVNIs, hipnosis, alucinaciones, etc.

La audiencia castigó duramente estos cambios, pero ya solo se podía huir hacia adelante. Hacia el final de la cuarta temporada, rompiéndo otra regla no escrita del guión-tipo, se incorporaron tramas de varios capítulos. Los malos ya se escogieron entre lo p… peor de la ya de por si muy desarrollada chusma de Florida, y hasta le ganaron alguna que otra batallita a Crockett. De hecho se pasaron todo el año amargándole la existencia, hasta casi hacerle perder la cabeza.

En la quinta temporada se intentó volver a la idea inicial de historias cortas, pero ya era tarde. Se acababan los ’80 y ciertas costumbres, ciertos sonidos y ciertos gustos iban a pasar una temporadita larga encerrados en el baúl de los recuerdos.

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Pregunta encontrada en youtube: ¿Porqué Corrupción en Miami no tuvo más temporadas?

Respuesta encontrada en youtube: Es una pena. Me hubiera gustado pero… ¿Cómo hubiera sido? Miami Vice: 7ª Temporada 1992. Música rap de mierda y ropa de mierda. Tenía que ser los ’80 en estado puro.

OPINIONES

… Y se me ocurrió poner en google «Miami Vice social impact», a ver qué salía. Y la cagué.

Tanta revolución visual y tanto éxito obviamente levantaron la liebre de la crítica de la época, llegando a una impresionante cantidad de cienes y cienes y más cienes de páginas de crónicas, artículos, incluso libros dedicados a destripar la serie, artículos donde se hacen reseñas a los libros antes mencionados, en fin… supera totalmente mi capacidad de asimilación.

Temas recurrentes que uno se puede encontrar en todo este mar de información: desde poner a caldo cuestionar la moralidad de la serie (para variar, editoriales de corte demócrata ponen énfasis en el consumismo promovido y blablabla, mientras que los de corte republicano se meten con que la vida de los malos está descrita de manera demasiado atractiva, con lo «alegre» que es Miami, con la caótica vida privada de los protagonistas, con lo mal que  quedan los agentes del FBI y… blablabla otra vez) pasando por el trato que reciben las minorías étnicas presentes, la simbología sexual de los personajes , la relación entre lo bien/regular/mal que se llevaban en aquel entonces los EEUU con algunos países y la nacionalidad de los malos de turno… a saber qué más. Lo siento, la verdad es que me he leído unas cuantas decenas de páginas, en algún caso flipando con lo que leía y el caso es que he acabado con la cabeza como un bombo.

Pasando olímpicamente de tanta crítica político-social, recientemente he vuelto a ver las 5 temporadas, en un «intensivo» de esos de unos cuantos meses. No voy a decir que la serie ha envejecido bien porque mentir es feo. Requiere de cierta predisposición a hacer como que te crees la mayoría de lo que ves, y es de justicia reconocer que hay algún que otro capítulo malo de remate. Pero en general sigue teniéndo su punto, aunque por diferentes razones. Básicamente, lo que antes parecía lo más de lo más del mundo capitalista hoy impresiona solo por lo cerca del ridículo que está. Aún así, la música sigue siendo brutal y los momentos videocliperos (más o menos 2/3 de cada capítulo)… pues han creado escuela, para que engañarnos.

PASO DEL TIEMPO

De Anthony Yerkovich hoy en día ya poco se sabe (bueno, siempre estará imdb.com), Joel Surnow ahora se dedica a hacerle la vida imposible a Jack Bauer y a los terroristas que le rodean en «24» por octavo año consecutivo. Michael Mann, en esa misma época parió otra serie, de mucho menos éxito pero enorme calidad (Crime Story) y después ha vuelto a su antiguo oficio/pasión, deleitándonos cada cierto tiempo con algunas de las películas más estilizadas de las dos últimas décadas, tanto en lo visual con, posiblemente las imagenes nocturnas más espectaculares del cine actual (Heat y, sobretodo, Collateral), como en lo que a bandas sonoras se refiere (El último Mohicano, o mismamente las dos anteriores). En 2006 hizo un remake de Corrupción en Miami, pero aunque le salió una película bastante decente de policías, se alejó tanto del mito que no dejó más que el título.

A los actores principales ya pocos los recordamos. Probablemente sea culpa de ellos mismos, ya que las interpretaciones nunca han sido el punto fuerte de la serie. Únicamente Edward James Olmos, el inolvidable teniente Castillo, ha hecho algo digno de recordar algunos años más tarde (la tremenda American Me y, más recientemente, el remake de Battlestar Galactica). Los demás, si aparecen esporádicamente en algún telefilme de tarde me despiertan entrañables recuerdos, eso cuando los reconozco.

Jan Hammer y Tim Truman han aguantado unos años más en el candelero, pero aún hoy se les sigue reconociendo como mayor logro de sus carreras esta banda sonora.

Y en cuanto a Miami… poco que decir, ha recibido un impulso turístico tremendo, en CSI luce estupendamente y todos los nuevos ricos quieren irse allí a vivir. El tiempo ha acabado por dar y quitar razones.

ESTRELLAS INVITADAS

Iba a poner una lista con algunas de las estrellas invitadas, pero, para acabar… os propongo un jueguecito nuevo. Se llama «A ver si reconocéis a los que salen en este video»…

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Obviamente, hay muchos más, pero es que ya no cabían.

Leonard Cohen:

La verdad, tenía un papel mucho más extenso. Fuí allí, hice mi primera escena y el director asistente me llamó y me dijo «Has estado fantástico, maravilloso, de verdad».  Contesté «OK, muchas gracias». Después, el director de casting de Nueva York me llamó y me dijo «Has estado fantástico, maravilloso, de verdad». Y contesté: «Eso es que estoy despedido, ¿no?». Y me dijo «Sí, cortamos las demás escenas y se las damos a otro».

www.leonardcohenfiles.com

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Publicado en Azzurro/Varios, Blog, Blues, Los 80, Rock

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