Autores: MAIDEN & LuBlue.
¿Os acordáis de La Tormenta del Metal? Pues gracias a ella acabamos el pasado día 19 de Agosto en Moscú. La cosa comenzó cuando nuestras ganas de ver de una vez en directo a Iron Maiden nos llevaron a consultar el mapa de su gira europea, y a lanzarnos a decidir en qué ciudad íbamos a darles caza. No nos venían bien casi ninguna de las fechas, y el Wacken estaba ya cerrado, por lo que solo quedaban tres sitios.
Atenas y el circuito de Assen no nos convencieron. Moscú era el sitio perfecto. Ahí se cerraba la gira y no había sitio más exótico donde por fin encontrarnos con Eddie.
Llegamos a Moscú en medio de una terrible ola de calor. Nos impresionó lo grande que era todo y nos asustamos bastante cuando nuestro chofer -que no articulaba palabra- nos llevó al hotel por una inacabable autopista de cinco carriles. Creíamos que no íbamos a llegar, que nos llevaba a otro sitio, pero en realidad lo que ocurría es que es una ciudad tan grande que la circunvalación parece recta.
Una vez instalados, nos dispusimos a «entender» cómo funcionaba el metro -el cirílico da problemillas- y fuimos a recoger las entradas que habíamos comprado por Internet. Acto seguido, derechitos a la Plaza Roja.
Había que sacarse fotos con las entradas y poniendo cuernos delante del puñetero Kremlin, creo que éramos los únicos zumbados que habíamos ido hasta allí desde tan lejos a ver ese concierto. Como ya se ha dicho más veces, la vida del metal pone pruebas difíciles de superar.
Con el metro ya bien dominado, que por cierto es precioso, al día siguiente nos preparamos para asistir al evento. De camino al estadio comenzamos a ver las primeras camisetas inconfundibles con Eddies variados. Comimos un par de cucuruchos con salchicha, curiosos y divertidos, que vendían en puestos callejeros, y comenzamos a pasar los controles de seguridad para entrar al gigantesco Estadio Olímpico, protegido por maromos con uniformes militares de camuflaje.
Una vez dentro, nos encontrábamos en una galería bajo las gradas que distribuía al personal hacia los sitios que tenían asignados. Resulta que se trataba de localidades reservadas, con diferentes precios según la localización. Como veréis en las fotos, los que estaban más cerca del escenario estaban divididos entre dos vallas, y pagaron cerca de 300 euros por sus entradas. Los que estábamos sentados, tuvimos que apoquinar desde 200 euros las mejores localidades hasta 30 y tantos las más alejadas. Éstas últimas estaban situadas tan arriba y tan esquinadas que para ellos Bruce Dickinson sería una hormiguita si hubieran llegado a verle. Al menos había dos inmensas pantallas a ambos lados del escenario.
Primero actuó como telonera Lauren Harris, que nos vino bien para echar una cabezadita. Necesitábamos a su padre y a sus apañeros para salir del sopor. Tras un paréntesis, pusieron un vídeo resumen de la gira por Europa y los viajes realizados en el avión de Eddie, pilotado por Bruce. De ahí conectaron con unas imágenes de aviones antiguos en blanco y negro, lo que nos hizo presagiar que la canción con la que iban a abrir el espectáculo sería «Aces High«. Efectivamente, esa canción comenzó a sonar, el escenario se iluminó por completo y todos los componentes saltaron a la pista.
Entre ruinas egipcias, momias de Eddie y figuras de Anubis con ojos rojos y brillantes continuaron con «Two Minutes To Midnight«. El público estaba ya desatado.
El espectáculo siguió con «Revelations«. En «The Trooper» cambiaron el telón de fondo a juego con el tema, y Bruce salió vestido con una casaca sobre su ya sudada camiseta, y ondeando una bandera inglesa deshilachada. Frente a él, asimismo, banderas rusas le seguían el juego.
Con «Wasted Years» consiguieron definitivamente que el público que se encontraba en las gradas se levantase, nosotros incluidos.
No nos dejaron descansar. Un gran fogonazo iluminó el estadio desde el centro del escenario y a voz en grito seguimos la intro de «The Number of The Beast«, hasta que otros cuatro grandes fogonazos cegadores dieron paso a la música.
Otro clásico: «Can I Play With Madness?«. Poco más que decir. Casi perfecta.
Después todo se iluminó con luces violáceas, los focos superiores del escenario comenzaron a descender y dos potentes máquinas de humo terminaron de completar la ambientación de «The Ancient Mariner«. La tocaron completa, con pequeñas pausas de interacción con el público. No se hizo pesada, le dieron bastante dinamismo, a pesar de su larga duración.
Llegó el turno de «Powerslave«. El escenario se convirtió en la puerta de un templo egipcio, por la que salió Dickinson ataviado con una máscara de estilo africano. De vez en cuando hacía un guiño -por lo que parecía- a «Stranger in a Stranger Land«, señalando al público a la vez que gritaba: «Stranger in… Moscow!» o algo parecido. Todos en el estadio saltaban y aplaudían. No era para menos, hacía quince años que la banda no visitaba Moscú.
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Volvió a cambiar la ambientación para «Heaven Can Wait«. Aprovecharon para dejar subir al escenario a una treintena de fans de la zona megavip, los doscientos ochenta €uros que habían pagado bien lo merecían. Había gente variopinta bailando: desde un grupo con camisetas del Milan serigrafiadas con letras «estilo maiden» hasta una megapija japonesa sacando fotos al público.
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Posteriormente, dos imprescindibles: «Run to the Hills» y «Fear of The Dark«. Coreamos cada una de las estrofas acompañando a Dickinson en su frenético recorrido por el escenario. A pesar de encontrarse inundado de sudor no paró ni un segundo, y la voz no le fallaba. Los demás también seguían tan frescos como al inicio del concierto, y tocaban sus antiguos temas con entusiasmo. No importaban los ¿cientos? de veces que pudieran haberlas interpretado, conseguían sumirnos en un viaje en el tiempo imaginándonoslos tocando exactamente igual hace muchos años.
Cerraron con «The Iron Maiden«. Una gran máscara egipcia en relieve con la cara de nuestro amigo Eddie sirvió, en este caso, como fondo. En mitad de la interpretación se dividió en dos dejando pasar a «Eddie momia», una versión de medio cuerpo en gran tamaño que nos «amenazó» con un apoteósico final.
Dejaron el escenario, pero, obviamente, tenían que volver. En Rusia parece que es costumbre ponerse a saltar todos a la vez para pedir un bis en lugar del clásico «Oeoeoe«. Hacerlo sobre gradas provocaba una sensación de terremoto, el mismo efecto que nos causaría el sonido de las pisadas de Godzilla. Además mientras lo hacen no dicen nada, dejan que el atronador sonido por sí mismo sea suficiente.
La banda volvió con «Moonchild«, un tema que parece ser bastante popular por allí a juzgar por el recibimiento que tuvo. Muchos chavales que teníamos alrededor se la sabían enterita, y cientos de brazos de la zona central se mantuvieron en alto de principio a fin.
No podían dejarnos solo con un bis, y encadenaron con «The Clairvoyant«. Del fondo del templo sugió el Eddie de «Somewhere in Time«, una figura andante de unos cuatro metros de alto. De los que más me gustan, por cierto.
Cerraron con «Hallowed by The Name«. Los brazos no bajaron hasta llegar al estruendoso final. Es un tema difícil de interpretar en directo, pero no sabemos si Bruce ha hecho un pacto con el diablo porque no falló ni una. Al inicio del tema hay una nota muy larga que mantuvo como un campeón y hasta el final estuvo cantando impecablemente, a pesar de sus continuas carreras por todo el escenario. Varios fogonazos y petardos, todo el peso pesado que les quedaba por mostrarnos marcó el verdadero final de su actuación y «Always Look at the Bright Side of Life» de los Monty Phyton amenizó el desalojo del estadio. En muy poco tiempo tenían la estructura del templo egipcio prácticamente desmontada, y nosotros esperamos pacientemente al desalojo de la zona de las gradas. También para eso son ordenados: Primero los que más habían pagado, después los demás.
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Nos fuimos con muy buen sabor de boca. Están en un buenísimo momento y sus antiguos éxitos suenan frescos, bien interpretados, junto con un frontman que a la vez que hace un extraordinario trabajo físico y vocal sabe interactuar y ganarse al público. Siempre hacía ingeniosas introducciones a cada uno de los temas utilizando al público para ello, consiguiendo una entrega total.
Posteriormente al concierto estuvimos un día más en Moscú, en el que visitamos un mercadillo espectacular, y precioso en alguno de sus sectores, que podría ser perfectamente el más grande del mundo. Después tomamos un tren nocturno rumbo a San Petersburgo. Allí íbamos a ver los canales, catedrales ortodoxas, museos, mansiones, la residencia de los zares que fue el palacio Hermitage, etc… Pero esa es otra historia que escapa de lo que veníamos a contaros aquí. Lo que sí os confesamos es que nos llevamos un gran recuerdo de todo nuestro viaje a Rusia.
Set-list del concierto:
1. Intro / Aces High
2. 2 Minutes To Midnight
3. Revelations
4. The Trooper
5. Wasted Years
6. The Number Of The Beast
7. Can I Play With Madness?
8. Rime Of The Ancient Mariner
9. Powerslave
10. Heaven Can Wait
11. Run To The Hills
12. Fear Of The Dark
13. Iron Maiden
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14. Moonchild
15. The Clairvoyant
16. Hallowed Be Thy Name
Fotos profesionales extraidas de: DarkSide.ru
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