De la serie: Azzurro Metal Tales (AMT)
Érase una vez que se era un humilde dueño de una pequeña tienda de discos en Music City, que tenía tres hijos. Al morir les dejó como herencia lo poco que poseía. La tienda y una batería de doble bombo fueron para el mayor. Al segundo le correspondió una furgoneta y un bajo. El menor, llamado Jon, heredó el gato, llamado Sisitop, la guitarra, y una vieja motocicleta Harley-Davidson.
Los dos hermanos mayores, muy satisfechos con su herencia, pronto comenzaron a trabajar y ganarse la vida honradamente. Jon, entretanto, se preguntaba cómo iba a poder montárselo.
– Este gato, la guitarra y esta moto vieja no me sirven para nada -dijo Jon-. No sólo debo pensar en mi sustento sino que además debo ocuparme también de Sisitop y del seguro de este trasto.
La sorpresa de Jon fue indescriptible cuando escuchó a Sisitop hablar.
– No te preocupes, jefe. Tengo un plan con el que llegaremos ambos a lo más alto.
Jon, tras recuperarse del susto inicial, preguntó impaciente:
– ¿Qué puedes hacer? ¡Eres tan sólo un simple gato!
– Déjame tus herramientas, tu chupa de cuero y el casco -pidió Sisitop-. Yo me encargaré de todo lo demás.
– Bueno, ¿por qué no? -se resignó Jon-, tampoco tengo mucho que perder.
Sisitop reparó la Harley con esmero y la dejó reluciente, se puso la chupa y el casco, se montó en la moto y salió quemando rueda.
Cuando paseaba por un barrio de Music City vió como un carterista le quitaba la cartera a un transeúnte y salió persiguiéndole. Recuperó la cartera hábilmente pasando a su lado y arrancándosela de las manos, y se la devolvió a su dueño. En recompensa, la víctima del robo le regaló cuatro entradas para ver a la famosísima banda metalera Hace de Ce en concierto, y una buena cantidad de dinero contante y sonante, diciéndole que era un prestigioso productor musical extranjero. Esto le dió al Gato con Harley una nueva idea.
Sisitop invitó a ir al concierto al alcalde de Music City, a su mujer, y a su preciosa hija, llamada Dorotea (Doro para los colegas), que accedieron enseguida al ser invitados por tan marchoso personaje. Él no se olvidó de mencionar que las entradas se las había regalado su jefe, el famoso productor de rock Jon Johan Karabas. El alcalde pidió al gato, depués de pasar una noche de concierto inolvidable, y cogerse una buena borrachera, que agradeciese a su jefe, el sr. Karabas, la invitación.
Ya en casa, el alcalde preguntó a su mujer:
– ¿Sabes quién ese ese famoso productor llamado Jon Johan Karabas?
– Ni idea -respondió la alcaldesa-, jamás he oído hablar de él.
Sisitop salvó después a una opulenta señora de unos asaltantes, amedrentándoles con su Harley. Ella le recompensó con un buen fajo de billetes y se corrió la voz de que un gato justiciero en una gran moto andaba por el barrio. Varios moteros se unieron a Sisitop y pronto se convirtieron en un numeroso grupo denominado Sisitop Steel Wheels (SSW), que se ocupaba de hacer justicia al margen de la ley.
De vez en cuando Sisitop agasajaba con invitaciones a conciertos al alcalde, a la alcaldesa, y a Doro, su preciosa hija, siempre en nombre de su jefe Jon Johan Karabas, que era Jon en realidad, y al que mantenía, de momento, con las recompensas que conseguía. En el ayuntamiento todos se preguntaban quien era el jefe de Sisitop, el famoso Jon Johan Karabas, que enviaba a su gato a entretener y divertir al alcalde y su familia. Como nadie le conocía, algunos se inventaron historias como que había producido a tal o cual grupo famoso: «lanzó a la fama a los Aerolópez» o «subió a lo más alto a los Megamorte«… Con lo que el legendario prestigio de Jon Johan Karabas iba en aumento.
De cuando en cuando Sisitop tocaba la guitarra para ayudar a ensayar a Doro, que era muy aficionada a cantar rock y le componía a la preciosa chica canciones de lo más cañeras.
Pero un día la alcaldesa dijo a Sisitop que quería conocer al dueño del Gato con Harley, y él respondió que esa misma noche se iba a dar lugar la cita.
Al caer el sol, por lo tanto, el gato tuvo que contar a Jon parte de lo sucedido, y que los alcaldes querían conocerle inmediatamente.
– ¿Pero cómo se te ocurre? -dijo Jon-, ¡ni siquiera tengo un traje adecuado que ponerme!
– No te preocupes -dijo el Gato con Harley-, yo me haré cargo. He reinvertido todo el dinero ganado, pero ahora intentaremos recoger los frutos.
Rápidamente, Sisitop llevó a Jon hasta un oscuro callejón.
– Quítate la ropa y espérame aquí -dijo el gato.
– Pero estoy casi desnudo y tengo frío -contestó Jon, angustiado.
– Tranquilo, haz lo que te digo.
Como el gato tenía calculado poco rato después la banda rival de los SSW apareció y comenzo a importunar al desvalido muchacho. En unos instantes aparecieron los Steel Wheels con Sisitop a la cabeza y rescataron al Jon ante los ojos del alcalde y su familia, que pasaba por ahí, como estaba previsto por el inteligente Sisitop.
El alcalde llamó enseguida a alguien para que trajera ropa para el muchacho y le invitó a pasar a la limousina. Le preguntó su dirección y Jon dió la que le habia proporcionado su gato previamente, que era en realidad la de David Coperfield, un malvado mago que se dedicaba a engañar a top models desvalidas.
Mientras tanto el gato se había adelantado con su Harley y le cambió un par de entradas de un concierto de los Buen Hobby al portero del edificio de Coperfield por su promesa de que saludaría a Jon (del que le mostró una foto) como si le conociese de haber vivido siempre ahí, y llamándole Sr. Karabas. Tras esto llamó a la puerta de Coperfield y el prestidigitador le abrió la puerta, de tan mal humor como estaba siempre.
– ¿Qué quieres?, gato pandillero de tres al cuarto -le bramó.
– ¡Quiero desafiarte! -espetó el minino motero.
– ¡Ha, ha, ha ha! Un peludín bigotón desafiarme a mí… ¿A qué? -se burló David, el mago, agitando su largo flequillo.
– A que no eres capaz de convertirte en un Murloc del World of Warcraft -dijo Sisitop con una pícara sonrisa gatuna.
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Y dicho y hecho. Coperfield hizo un imperceptible pase mágico y, tras una cortina de humo, apareció un horrendo y monstruoso Murloc.
El gato, no conforme con eso le dijo:
– Bueno, esa era la parte fácil, seguro que ahora no eres capaz de convertirte en el ratoncito Pérez, ese que les da regalos a los niños cuando pierden los dientes.
El mago convertido en Murloc hizo un gesto muy veloz y quedó de nuevo rodeado de una humareda que al disiparse desveló a un pequeño roedor. Sin perder un instante ni mostrar el menor atisbo de duda, Sisitop atrapó entre sus garras a Coperfield-Pérez y se lo zampó de un solo bocado.
Entretanto, la limousina del alcalde ya llegaba a la lujosa mansión. Los visitantes y el supuesto señor de la casa saludaron al portero y este le dijo con una reverencia:
– Bienvenido Sr. Karabas, y bienvenidos sean sus ilustres invitados.
El señor alcalde quedó impresionado con la exquisitez y el lujo del lugar. Sisitop, en los minutos previos, había cambiado detalles de la decoración para que la mansión pareciese de un productor musical y no de un mago. Cuando llamaron a la puerta el gato la abrió, evitando a duras penas dar muestras de cansancio:
– Bienvenido Sr. Karabas, y bienvenidos sean sus ilustres invitados.
– Esta casa es preciosa -dijo la alcaldesa.
– Le felicito, Sr. Karabas. Se ve que es usted un hombre rodeado de éxito -dijo el alcalde.
– Así es, señor alcalde -dijo Jon, sin prestarle mucha atención.
Pero Jon ni miraba al lujo que había a su alrededor, al que ni mucho menos estaba acostumbrado. Sólo tenía ojos para Doro, de quien se enamoró desde el momento en que la vió por primera vez. El Gato con Harley convirtió a Jon en el productor de Doro, que tuvo un impresionante éxito a nivel mundial, con Jon y sus hermanos como banda (Doro & The Karabas Brothers).
Meses más tarde, Jon y Doro se casaron. ¡Y fueron felices comiendo regalices! Y a Sisitop le regalaron una Harley con dos reactores:
Dedicado a mi reina I.G.N., en el día de su cumpleaños.
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