En el anterior post, me quedé a medias con los comentarios sobre el segundo disco de Pabellón Psiquiátrico. Y es que empecé con un post para contar diversas rarezas de estos grandes entre los grandes olvidados de la música ochentera, y me estaba quedando un post demasiado largo. Así que, consciente de que es muy pesado leer textos largos y que es complicado explicarle a tu jefe si te pilla con el blog abierto, cómo aumenta la productividad la lectura de post psicotrópicos a media mañana referidos a formaciones musicales extintas a la par que paranoicas, decidí dejar para este los últimos comentarios.
Me quedé en el segundo disco. Para mí, el mejor junto con el primero. Pero el segundo tiene un contenido sentimental especial para mí con una canción: Tengo un Enano…
Fué en el año 1998, cuando las conexiones a Internet iban más lentas que los progresos de Rajoy con su logopeda, cuando el mepetrés era algo que usaba el Pentágono y la NASA (explicación de todo el mundo cuando no entiende algo) y los intercambios de material se hacían a base de cuentas en idrive. Estaba trasteando buscando algún mp3 (lo de los discos enteros era una utopía) cuando un Arcángel disfrazado de web, con su Espada de Bits, se me apareción en mi pantalla CRT de 15″. Entre canciones de Pedro Guerra, REM y otros grupos normales, una línea y un enlace hacían presagiar lo peor: «Pabellón Psiquiátrico – Tengo un Enano» Un grupo de colgaos con una canción realmente rara (no se estilaba todavía el término friki). He de decir que dudé si pinchar o no. Creo que aproximadamente entre 5 y 10 milésimas de segundo. Y desde entonces no he vuelto a ser el mismo.
No es que la canción en sí tenga demasiada coña. Empieza hablando de las aficiones del cantante a la comida, el alcohol y las mujeres (algo que para nada se deduce de las canciones anteriores) para terminar desvariando sobre el número siete. Pero al ser la que abrió la Caja de Pandora de éste grupo, la tengo en gran estima (todavía guardo ese mp3 muestreado de pena desde un vinilo) y la defenderé a capa y espada.
Más tarde, en 1990 y 1991 sacaron otros dos álbumes, pero la calidad iba decayendo. De hecho, creo que sólo se salva del disco de 1991, Pabellón Psiquiátrico, la canción de Mister Top. En el año 1992 sacaron un recopilatorio, compuesto en su mayor parte por canciones del primer y segundo disco, pero no hizo más que acentuar su caída y posterior disolución.
Y como ahora se lleva todo lo retro (y lo retra también con tanto triunfito) y el panorama musical español da más pena que Rappel con su tanga y más asco que Parada tocándole las tetas caídas arrugadas protuberancias pectorales a Marujita Díaz, en el año 2002 la discográfica sacó una Special Box con los 4 discos en formato CD. Y esa fue la última noticia que se tuvo de un grupo rompedor, paranoico, humorístico y, sobre todo, transgresor.
Menos mal que nos queda su música y un recuerdo de que hubo grupos que utilizando la cabeza en lugar de casposos concursos televisivos, eran capaces de auparse a los números uno de las listas de éxitos, pese a lo irreverente y psicótico de sus canciones.
Información extraída de la página de uno de los músicos y letras de Melomanet
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